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Las Violetas, el bar que volvió a florecer

En sus últimos años y cuando todavía disfrutaba de tomarse un trago solo, Aníbal Troilo, “Pichuco”, se sentaba en una mesa pegada a la ventana y se tomaba entre dos y tres vasos de whisky. Mantuvo esa rutina hasta que murió en 1975, a los 61 años. En el invierno, llevaba siempre un tapado de paño largo, que dejaba en la silla de al lado. Una tarde, vio una persona pidiendo dinero afuera del café; se levantó, agarró el tapado y se lo regaló, sin palabra de por medio. Pichuco fue uno de los tantos artistas, intelectuales y celebridades que frecuentaron Las Violetas, el tradicional café ubicado en la esquina de Rivadavia y Medrano, en las entrañas del barrio de Almagro.

La confitería, elegida en 2017 como mejor Bar Notable de Buenos Aires, fue fundada en el año 1884 y ya acumula 133 años de interesantísima historia, con un breve cierre entre los años 1997 y 2001. Su apertura fue en una época en la que el país definía su organización geográfica y política. Está ubicada en lo que se llamaba el Camino real (la actual Av. Rivadavia), por donde pasaba el tránsito de carretas, galeras y jinetes que iban hacia el interior del país. Rivadavia constituye en sí mismo un recorrido histórico porteño, que nace en la Plaza de Mayo y sigue el trazo de la línea A del subte, cuya construcción comenzó en 1912. En la Estación Castro Barros nos encontramos con el edificio de estilo art nouveau que aloja la mítica confitería Las Violetas, con los magníficos vitrales de colores que son su sello. La distinción y la elegancia que tuvo en ese entonces hizo que todos los aristócratas de la zona se detuvieran a observarla; el mismo Carlos Pellegrini, vicepresidente en ese entonces, participó de la apertura del flamante local de galera, capa y bastón.